Cuando quise darme cuenta, Irial había desaparecido de mi campo de visión. Una vez conseguí reaccionar todo recuperó su cotidiana sencillez.
- La batalla no aparecía dentro de mi contrato… - había sido contratado explícitamente para la vigilancia de la… aunque estaba claro que ellos esperaban que una vez aquí tomaría partido, pero estaban muy equivocados.
Abandoné la tienda con tranquilidad, no había traído ninguna clase de equipo más allá de las vestimentas y artilugios que siempre llevaba conmigo, por lo que el desplazamiento me resulto más sencillo. No se podía visualizar gran cosa desde el centro del campamento, solo un inmenso griterío y estruendos. Acababa de divisar el lugar perfecto. Cumplía todos los requisitos: alejado, con unas vistas preciosas hacia el espectáculo y lo más importante, lo suficientemente despejado como para llamar la atención si me aburría. Si, aquella especie de saliente en la montaña era perfecto.
- “Saliente”… Hasta el nombre va conmigo! –no pude evitar soltar un risotada histérica
No sé exactamente cuánto tiempo tardé en llegar allí. ¿Media hora? ¿Quizás menos? El tiempo carecía de importancia para mí, y en general para todos los de mi raza. Era algo orientativo pero nunca nos dejábamos guiar por él. Durante todo el trayecto evite mirar hacia atrás, sabía que la impresión del campo de batalla sería más espectacular y excitante si la veía desde esa altura sin haberla catado nunca antes.
La noche era encantadora, Medion, nuestro segundo satélite se alzaba firmemente en el cielo proyectando sobre el campo sus haces violetas. Esto, junto con la sutil fragancia de la zishswen, que florecían cada noche, hacían del crepúsculo algo bastante especial. Claro, sin tener en cuenta que unos metros más abajo estaba teniendo lugar un juego de niños.
El camino fue sencillo: barro, algunos animalillos y un par de xhenims huyendo del campo de batalla.
- Ahí está el honor y el valor de nuestra especie… -solté un bufido.
Aunque claro, yo no era quien para juzgarlos cuando era el primero que había evitado mancharse las manos.
Por fin llegué al saliente, que belleza se extendía ante mi y cuan patético era ver el primitivismo que imperaba en la escena. A pesar de todo nuestro “desarrollo”, las especies que se encontraban encima de la cadena, por si no os habéis dado cuenta, nosotros; seguían siendo tan irracionales como el resto de seres a los que nosotros llamábamos inferiores.
Lo primero en lo que me fijé no fueron sus numerosos guerreros, ni sus armas, ni en los pechos de las mujeres… sino en sus monturas.
El cielo estaba cubierto por una masa cobriza, a juego con la sangre de la batalla. Jamás en mis 23 años de existencia había visto tan aterradora criatura. De anatomía similar a grandes aves pero con varios pares de alas membranosas de distintos colores.
- Preciosos… Al menos se llevarán un buen recuerdo en visión panorámica a la tumba.
Sus fauces, dentadas y amenazantes. Sus rabos, no ese, eran alargados, terminando en un ensanchamiento que los hacía de respetar. Y sobre su lomo, una montura negra soportaba el peso de sus guias.
Me preguntaba cuanta distancia habrían entre nosotros, ¿tardarían mucho en llegar? Menos mal que nuestra visión estaba acostumbrada a las largas distancias.
Lo siguiente en lo que me fije fueron esas grandes bestias, con forma de artrópodos de seis patas, que estaban cargando hasta 20 personas. Algunos incluso transportaban grandes cañones o torres sobre sus exoesqueletos.
Se podría considerar que estabamos en una situación “difícil”. Todo nuestro ejercito estaba batallando en una llanura cercana al campamento, sin embargo ellos… ni la mitad de sus efectivos estaban en la batalla y a mi parecer no habían utilizado su armamento pesado.
- Me aburro… -bostecé.
Era cierto y, por suerte, un imprevisto suceso me sacó de la rutina en la que como espectador me hallaba sumido.
- ¡Altashir!- La sensual voz de Irial,quebrada en ese momento por el cansancio y el pavor, estaba solicitando mi atención.- He intentado pararlo, lo juro, lo intenté… -entoncés la chica se desplomó en el suelo.
- ¡Esa mujer necesita que le hagan el boca-boca!¡¿Es que nadie va a ayudarla?!- Finalizada mi broma, me lancé sobre ella para evitar que se golpease contra el embarrado suelo. ¿Qué hacer? Si la situación era tan trágica, una persona sóla no podría cambiarlo todo, al menos no realmente.
Dirigí mi vista hacia el tablero de ajedrez y cerré los ojos. ¿Cómo desconcertar a ambos bandos? En mi mente el cielo se habría para dar paso a una roca envuelta en llamas, los soldados se dispersaban, los gritos de terror… ¿Habría ocurrido de verdad?
Cuando abrí los ojos Irial me miraba.
- ¿Qué? Te juro que a veces funciona –esta vez no sonrió y mi parte fingida se undió con ella.
Después de aquello todo fue rápido, un rayo, una imagen, la arena en mi cara, dos cuerpos inconscientes derrumbados; títeres en manos de comediantes.
Publicar un comentario