Locura... Lo primero que se me pasó por la mente... Locura.
Tras el relámpago, había aparecido en una colina basta de tierra amarilla. No había ni un ser y solo pude ver unas sombras en la lejanía. "Locura" Había intentado moverme, y lo había conseguido. No había parado de moverme desde que aparecí en aquel lugar, pero me había alejado más de diez pasos de aquel manantial seco junto al que apareció.
Mi primera teoría fue tan abrumadora que decidí no pensar en ella más, pero de nuevo cruzo mi mente. Como un relámpago, como ese relámpago me hundió hasta llevarme allí... "¿Estaría viviendo en mi propia fantasía?"
Miedo, quizás esa fue la siguiente sensación que recorrió mi cuerpo segundos antes de terminar la pregunta que me hice a mí mismo...
Quizás me había desmayado por la explosión, por el caos de la guerra, por la basura tóxica que el aire transportaba...pero... ¿y si la teoría era cierta?
Confuso y sí...con miedo, caminé con los ojos cerrados para así intentar tranquilizarme y de paso, dejar de pensar en esa cristalina ciudad que veía a lo lejos aún con los párpados impidiendo que la luz llegase a las pupilas...esa ciudad cristalina que vi al abrirlos nuevamente, o que creía estar viendo.
Un silbido cruzó el viento y pasó rozándome la oreja.
Irial. El miedo se hizo más intenso... No, no debía pensar en ella. No quería crearla. No quería engañarme. "Si, eso es lo mejor" Me lo repetí varias veces a mí mismo "Es lo mejor..." Borré su imagen de mi cabeza y empecé a andar. Esta vez sí tenía una dirección, la ciudad. Y un objetivo, aunque yo aún no lo supiera.
Uno, dos, tres... conté mis pasos e intenté no pensar. Aquello ayudaba, pero la mente es algo curioso. Es algo que te ataca cuando menos te lo esperas y... relámpagos.
La duda surgió en mi interior. Suponiendo que esas figuras lejanas fueran una ciudad… ¿A qué raza pertenecería? Conforme caminaba, intentando no hacer demasiado ruido, me pregunté si las nuevas criaturas gozaban un “mínimo nivel de cultura”. Las figuras borrosas fueron volviéndose más nítidas a la par que la luz iba abandonando el firmamento. Increíble, estructuras altísimas, doradas… Perfectas. Sí, increíble. Aquel monumento empezó a ejercer una fuerza sobre mis pies…
Después de bajar la colina, volví a vislumbrar el cielo. Relámpago, un bufido, aliento pestilente, gruñidos entre cortados por una respiración alterada. Sed de sangre. Clavó las garras en el suelo y mostró orgullosa las fauces. Mirada desafiante. Se preparaba para el combate, al igual que yo y… sí, mis cuatro soldados.
- Dibievh! – grité enfurecido, aterrado interiormente.
La rodeamos y lamimos nuestros filos con rabia. La criatura se veía acosada, pero su determinación no estaba siendo amedrentada. Un zarpazo. Un grito. Uno de mis hombres había perdido un brazo, brazo que vuelve a crecer. Sí, vuelve a crecer.
Aproveché la confusión que sufrió aquel “ser” para estudiarle. Parecía una especie de artrópodo pero de cuatro patas. Su esqueleto era de color ocre y todo su cuerpo estaba cubierto de una especie de protuberancias punzantes. Sus mandíbulas eran adorables y… sí, aquel chillido me erizaba el pelo. Tras unos pocos segundos retomó el ataque, pero volvió a detenerse tras descubrir que aquellos “clones” no sufrían ningún daño.
Fijó su mirada en mí y, concentrado, ignorando a los soldados que falsamente le golpeaban, tensó los músculos de sus piernas, dispuesto a abalanzarse sobre mí.
- Ven capullo inteligente – mascullé aferrándome a mi daga.
Una hoja se desprendió de un viejo árbol. Al tocar el suelo, el ser se proyectó en el aire contra mi figura. Proyecté mi estrategia. Un giro de pies, las rodillas flexionadas, doblé mi torso y alcé la daga, que se abrió en tres partes a la vez que la criatura pasaba por encima de mía. Un festín de sangre. Un festín de sangre mientras la su esqueleto crujía al tacto de la daga.
- Mierda, mierda, mierda! Ya me he ensuciado –arrastre mis dedos por la densa sangre mientras mi cara tomaba una expresión repulsiva.
Después medio día de viaje, las puertas de mármol translucido se mostraron ante mi, ella junto a una guerrilla de gente “extraña” que se acercaba impasible con un objetivo en la mente. La guerrilla de gente extraña quería matarme. Matarme…
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